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La estructura de los sólidos puede distinguirse en dos categorías básicas, la estructura amorfa y la estructura cristalina. El hielo es un sólido cristalino, que posee una estructura rígida y un orden de amplio rango; sus átomos, moléculas o iones ocupan posiciones específicas y rígidas. La organización de los átomos, moléculas o iones en un cristal es tal que la energía atractiva neta de las fuerzas intermoleculares se encuentra a su máximo. Las fuerzas responsables por el mantenimiento de un cristal pueden ser iónicas, covalentes, van des Waals o momentos dipolares (Puentes de hidrógeno); así como una combinación de todas.
Figura 19‑1. En los sólidos amorfos como el vidrio, se carece de una
estructura bien definida.
Figura 19‑2. La sal común es un cristal iónico.
De cierta forma los sólidos amorfos se comportan de manera
semejante a los líquidos, solo que todo más lento. En ese sentido hay
estructuras minicristalinas que funcionan como unidades, pero a diferencia de
un cristal normal, las unidades no se unen entre sí a largas distancias, lo
cual da cierta movilidad a la estructura. Sin embargo, los sólidos amorfos
poseen una unión a distancias intermedias, lo cual hace que se muevan muy
lento, de lo contrario serían líquidos. De hecho, las uniones a mediana
distancia son lo bastante fuertes para mantener el conjunto estático de forma
que se impide el movimiento, pero no lo bastante fuertes como para manifestar
una estructura ordenada. Un ejemplo de un sólido amorfo es el vidrio, el cual
no se mueve, no fluye, pero no posee una estructura organizada. Un elemento
puede formar tanto una forma cristalina como una forma amorfa, por lo general
muchos sólidos amorfos se generan por un congelamiento rápido del estado
líquido, lo cual impide que los átomos tengan tiempo de organizarse en la
altamente organizada estructura cristalina, creando el sólido amorfo con
estructura líquida pero completamente inmóvil.
La estructura y propiedades de los sólidos cristalinos como
el punto de fusión, la densidad y la dureza son determinadas por las fuerzas
atractivas fuertes y débiles juntas. De hecho, podemos clasificar a los sólidos
cristalinos de acuerdo a la fuerza predominante que mantiene unida la
estructura.
Cristales iónicos
Los cristales iónicos consisten en iones que se mantienen
unidos mediante la fuerza electrostática de los iones. En este sentido el
enlace iónico no solo une dos polos electrostáticos bien definidos, sino todos
los que le quepan en las tres dimensiones. La estructura de un cristal iónico
dependerá de las cargas del catión, del anión y de sus radios. El tamaño del
ion afecta el modo entre las otras moléculas iónicas se asocia en las tres
dimensiones creando 7 posibles unidades cristalinas altamente organizadas. Los
sólidos iónicos se encuentran unidos fuertemente, por lo que poseen puntos de
fusión altos, además no conducen la electricidad debido a que los iones y sus
electrones se encuentran estructuralmente empaquetados en las unidades
cristalinas. Sin embargo, cuando son disueltos en agua o se funden los iones se
liberan, lo cual permite un flujo de electrones extremadamente eficiente.
Cristales moleculares
Los cristales moleculares consisten en átomos o moléculas
que se mantienen unidos mediante las interacciones moleculares, ya sean por las
interacciones entre dipolos o mediante las fuerzas de van der Waals. Un ejemplo
de un cristal molecular es el dióxido de azufre sólido, en donde la fuerza
atractiva predominante es la fuerza dipolo-dipolo.
Figura 19‑3. El hielo es un cristal molecular.
En el caso del hielo, la fuerza atractiva predominante es el puente de hidrógeno, que a su vez es un caso especial de las interacciones dipolo-dipolo. Otros ejemplos de cristales moleculares son el yodo molecular, el fósforo molecular (P4) y el azúfre molecular (S8). Con excepción del hielo, los cristales moleculares se empaquetan tan cerca como les permite el tamaño de sus moléculas y su organización geométrica.Debido a que las interacciones moleculares son mucho más débiles que el enlace iónico, los sólidos moleculares poseen puntos de fusión más bajos que los cristales iónicos, y de hecho muchos de ellos se funden a temperaturas menores a los 200°C.
Cristales covalentes
Los cristales covalentes, también denominados como redes cristalinas covalentes, son átomos que se mantienen unidos por enlaces covalentes en una red extensa en tres dimensiones. No puede señalarse la presencia de una molécula única; pero si puede ocurrir que un mismo elemento presente diversas maneras de empaquetarse. Un ejemplo típico es el carbono, que puede unirse a otros carbonos formando diferentes cristales, que en suma forman varios alótropos, los alótropos vistos macroscópicamente parecen materiales diferentes, para el carbono estos materiales aparentemente diferentes son el grafito, el carbón mineral, el diamante y el grafeno.
Figura 19‑4. A parte de los cristales naturales grafito y diamante, se ha
logrado crear otros como los nanotubos y las esferas de carbono.
En el diamante los carbonos se organizan tetraédricamente
mediante enlaces simples a otros cuatro carbonos. Estos enlaces sigma perfectos
en tres dimensiones contribuyen a la dureza del diamante (Material natural más
duro conocido) y su alto punto de fusión (3550°C). En el grafito los átomos de
carbono se organizan en anillos de seis mediante enlaces sigma y enlaces pi. El
enlace pi es menos estable que el sigma, y de forma análoga a lo que sucede en
el benceno, los electrones pi tienden a deslocalizarse y moverse con facilidad.
Para el caso del grafito, los electrones pi pueden moverse fácilmente, haciendo
del grafito un buen conductor de la electricidad. Debido a que las unidades del
grafito son planas, por lo que aun cuando dichas hojas sean duras, se pueden
mover una sobre la otra de forma sencilla, esto le da al grafito sus
características únicas como material para escritura además de ser un buen
lubricante.
Otro tipo de cristal covalente es el cuarzo creado por
moléculas de dióxido de silicio. La organización de los átomos de silicio en el
cuarzo es similar a las del carbono en el diamante, pero debido a la presencia
de oxígeno, el enlace covalente es imperfecto, por lo que el cuarzo presenta
propiedades semejantes, pero no tan extremas como las del diamante.
Cristales metálicos
De cierta forma los cristales metálicos son los más fáciles
de estudiar debido a que cada vértice del cristal está ocupado por un átomo
simple del mismo elemento. El enlace de
los metales es bastante diferente del de otros cristales. En el enlace de los metales
no hay enlaces individuales que unan a cada unidad, sino un colosal enlace
púnico compuesto por electrones deslocalizados que rodean a la red de átomos
metálico. De hecho, los metales pueden imaginarse como una red de iones
positivos inmersos en una red o nube de electrones deslocalizados, prestos para
ser captados por átomos oxidantes. La gran fuerza cohesiva de esta nueve de
electrones es la responsable por la gran fuerza de los metales, que aumenta con
el número de electrones de valencia.
Por ejemplo, los metales con un solo electrón de valencia
tienen puntos de fusión relativamente bajo (97,6°C) y son blandos, mientras que
el aluminio que posee tres electrones de valencia tiene un punto de fusión de
660°C y es más duro. Cabe anotar que esta tendencia no se cumple tan bien para
los metales de transición con valencias variables, el hierro por ejemplo tiene
valencias 2 y máximo 3, pero posee un punto de fusión de 1558°C. la mayoría de
los metales de transición son duros y poseen altos puntos de fusión (Chang
& Overby, 2011; Chang, 2006; Ebbing & Gammon, 2008; McMurry et al.,
2007; Timberlake, 2015).
La movilidad de los electrones deslocalizados del enlace
metálico los hace fáciles de empujar y agitar, lo cual les otorga sus conocidas
propiedades conductivas de electricidad y calor, aunque también debido a la
deslocalización, los electrones metálicos de valencia son fáciles de capturar
por elementos oxidantes, lo cual los hace susceptibles a la oxidación.
El estado líquido se caracteriza por un movimiento de las
moléculas relativamente libre y relativamente organizado. En términos
moleculares es un estado amorfo pero con una capacidad atractiva intermedia y
baja. Los líquidos se forman cuando se adiciona suficiente energía a un sólido,
lo cual desestabiliza las fuerzas que lo mantiene unido. Mientras más débiles
sean dichas fuerzas, menos energía es necesaria para desestabilizar los
componentes del sólido.
Una vez en estado líquido las moléculas interactúan entre
sí, tanto atractiva como repulsivamente, provocando las propiedades de flujo,
incompresibilidad y adquisición de la forma del contenedor donde se encuentren.
En el estado gaseoso se adiciona suficiente energía al sistema como para romper
todas las interacciones moleculares, lo cual hace que las moléculas se muevan
independientes unas de otras, incrementando al máximo el volumen que ocupan, ya
que no hay fuerza que las mantengan unidas. Hay que resaltar que aquellas
moléculas que no presentan momentos dipolares son más susceptibles a separarse.
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